Esta historia comenzó con mucho amor y hoy, 40 años después la contamos con ese mismo amor que a lo largo del tiempo la mantiene viva.

Nuestros papás, dos personas de origen quindiano, Carlos Alberto Angel Botero y Consuelo Buriticá Isaza, cuando se casaron vivían en Bogotá, pero buscaban un lugar especial para abrir camino y emprender un negocio propio. Después de recorrer muchos sitios en Colombia, en unas vacaciones viajaron a Providencia y la química fue inmediata, la isla era la elegida porque tenía magia. Todo fluyó para que las cosas se dieran.

Muchos nos preguntan si nuestros papás eran hippies o si estaban locos. Pero no. Eso NO era una locura, era una aventura bien pensada y planeada. Después de conocer Providencia, regresaron a Bogotá a organizar sus cosas y dos años después volvieron definitivamente a la isla. Pusieron en renta el apartamento de recién casados acabado de comprar para asegurar un ingreso fijo mientras se organizaban.

Hace 40 años providencia era muy diferente. Nadie alquilaba una casa. Conocer a “el Capi” Antonio Brayan, fue como encontrarse un Angel en el camino. Lo conocieron en el viaje anterior, tenía un campamento en la playa donde se hospedaron al llegar, y estaba iniciando el que más tarde seria su hotel “El Recreo”. Fue él quien les ayudó a conseguir una casa para instalarse y comenzar la nueva vida. En la casa de Miss Genia, la hermana del capi, vivieron unos años, allí montaron una cafetería para los poquitos turistas que llegaban a la isla en esa época. También fue el Capi quien más adelante les ayudó a conseguir el lote donde comenzaría el sueño de Cabañas Agua Dulce.

El lote quedaba en el sector de Agua Dulce, así se llama porque en esa época era el único lugar de la isla que tenía agua dulce, lo cual era muy conveniente para el proyecto que tenían en mente. Comenzaron desde cero y hasta limpiar el lote tiene su historia, pues estaba lleno de cachos de diablo (una mata llena de hormigas). Así comenzó todo.

Primero fue Tiburón, la cabaña que inicialmente era la casa donde vivíamos y poco a poco a medida que la demanda iba a aumentando, se fueron construyendo las otras 24 cabañas (tortuga, cangrejo, langosta, caracol, etc), esos fueron los nombres que escogieron para identificarlas. Nuestros papás siempre tuvieron la idea de ofrecer todos los servicios a los turistas que nos visitaban, por eso el hotel cuenta con restaurante, bar, salón de juegos, lancha propia y piscina.

Como cualquier negocio, seguir en pie después de tantos años no ha sido fácil. Nosotros, mi hermano, David Angel Buritica y yo, Juanita Angel Buritcá, nacimos aquí en la isla y crecimos evidenciando la lucha constante de mis papas con este negocio que ha pasado por diferentes crisis como la caída del avión, el huracán BETA en 2005, la pandemia y por último el IOTA que lo destruyó todo, sin embargo, aquí seguimos. Ahora con una nueva generación que solo espera poder batallar cualquier obstáculo para mantener este legado que nos dejan nuestros padres con tanto esfuerzo, pero como dije al principio sobre todo con tanto amor.

Este año queremos celebrar estos 40 años de historia con todas las personas que han hecho parte de ella. (clientes, colaboradores, proveedores, amigos y familia) y aprovechar la oportunidad para invitar a todo el que esté leyendo este relato para que también haga parte de ella.